sábado, abril 27, 2024

isaura duarte

 Recuerdo un cuerpo inclinado ante el alféizar, repasando los botones de una blusa derramada en café, alguien corría haciendo sonar silbatos, Chéjov escribió El Oso, ¿de quién era La Señorita Julia? ¿Has leído dramaturgia? ¿Sí crees que existe la escritura, la vida, la fe, las cavilaciones, el orden simple, la manzana medio podrida? ¿Soy yo… una persona? ¿Una capilla sintoísta? ¿La sustancia? ¿El cerebro del viento? ¿Existo cien mil metros bajo tierra? ¿Existo?​​

–Supongo que no lo habrás visto, has sido inundada por la riada con las manos entre tu vello púbico, cálido y húmedo, el sauce lamía tus pezones, el campo visual de tu conciencia se amplificaba, tu lengua se olvidaba de tu nombre, los rumores se expandían en tu mente, las voces altas tendían tus manos hacia adelante, fuiste ojeando las páginas del mostrador, cada una de las páginas era una fotografía de cabellos canos mirándose las manos perplejas teñidas de blanco con una etiqueta y una apertura por detrás.​​

Eras un yeso muerto sobre un piano verde vertical, pronto llegará la tarde, los goterones de agua sobre el cristal, la vuelta de la llave en la cerradura, el volumen apagándose en el pulso de las teclas, el súbito recuerdo del beige de los botones de aquella niña a la que le derramaron el café, la fijeza del largo clavo en la pared, donde ha desaparecido la marca de nuestro retrato…​​

La puerta de salida cerrada.

La puerta de entrada cerrada.

    Todo permanece igual…​​

 

 

Lembro-me de um corpo curvado no peitoril, a olhar para os botões de uma blusa derramada pelo café, alguém corria soltando apitos, o Chekhov escreveu O Urso, de quem era a Menina Julia? Leste dramaturgia? Achas que existe escrita, vida, fé, ruminações, ordem simples, maçã meia podre? Sou eu ... uma pessoa? Uma capela Xintoísta? A substância? O cérebro do vento? Existo cem mil metros abaixo da terra? Existo?

–Suponho que não tenhas visto, foste inundada pela enchente com as mãos entre os teus pelos púbicos, quente e húmido, o salgueiro lambia os teus mamilos, o campo visual da tua consciência amplificava-se, a tua língua esquecia-se do teu nome, os rumores expandiam-se na tua mente, as vozes altas estendiam as tuas mãos para frente, foste folheando as páginas do balcão, cada uma das páginas era uma fotografia de cabelos brancos olhando para as mãos perplexas tingidas de branco com uma etiqueta e uma abertura por trás.

Eras um gesso morto sobre um piano verde vertical, em breve chegará a tarde, as goteiras de água sobre o vidro, a volta da chave na fechadura, o volume apagando-se no pulso das teclas, a súbita lembrança do bege dos botões daquela menina a quem derramaram o café, a estabilidade do longo cravo na parede, de onde desapareceu a marca do nosso retrato...

A porta de saída fechada.

A porta de entrada fechada.

    Tudo permanece igual…​​