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sexta-feira, junho 07, 2024

kristen castro madrigal


Hogar, dulce hogar
 
Estaba desconcertado, se preguntó a si mismo como llegó hasta ahí.
 
Todo marchaba bien, sintió el control en sus manos y su ser. Era como un milagro!, así que no se cuestionó y avanzo, llegó a su hogar. Al entrar vio todo lo que tenía, así que se sintió feliz, luego sintió un poco de brisa combinado con un olor a comida entrando a su habitación. Su cuerpo entró en un extasis de emociones, un sentimiento de bienestar y un amor le enterneció el corazón. Por fin la vida mejoraba.
 
 
Al salir de su habitación vio a su mujer, cabello largo y ondulado, delgada y de piel suave. Estaba ahí, de pie ante él con una sonrisa. Así que lentamente se acercó a ella y cuando le quiso contar todas las maravillas que estaba viviendo, su rostro de apagó, al igual que este hombre.
 
Despertó de un brinco, y al darse cuenta que todo el sueño empezó a llorar. Sus lágrimas caían por montón, se acercó las manos a la cara. Fue ahí donde entendió donde estaba. En una habitación oscura, con olor a humedad y sudor, sobre una pequeña cama que a duras penas podía sostenerlo, estaba totalmente solo.
 
Tenía las manos llenas de sangre y la cara hinchada, parecía una escena de crimen, sin embargo era lo opuesto. Era una casa del suicidio.
 
 

 
 
Lar, doce lar
 
Estava desconcertado, perguntou a si próprio como chegou até ali.
 
Tudo estava a ir bem, sentiu o controle nas suas mãos e no seu ser. Era como um milagre!,  de modo que não se questionou e avançou, chegou a sua casa. Ao entrar viu tudo o que tinha, assim sentiu-se feliz, a seguir sentiu um pouco de brisa combinada com um cheiro a comida entrando no seu quarto. O seu corpo entrou num êxtase de emoções, um sentimento de bem-estar e um amor lhe enterneceu o coração. Por fim a vida melhorava.
 
Ao sair do seu quarto viu a sua mulher, cabelo comprido e ondulado, delgada e de pele macia. Estava ali, de pé diante dele com um sorriso. Então, lentamente, aproximou-se dela e, quando lhe quis contar todas as maravilhas que estava a viver, o seu rosto apagou-se, tal como este homem.
 
Acordou de um salto, e ao dar-se conta que tudo era sonho começou a chorar. As suas lágrimas caíam aos montes, aproximou as mãos da cara. Foi aí que percebeu onde estava. Num quarto escuro, com cheiro a humidade e suor, em cima de uma pequena cama que mal podia o podia conter, estava totalmente sozinho.
 
Tinha as mãos cheias de sangue e o rosto inchado, parecia uma cena de crime, mas era o oposto. Era uma casa de suicídio.