Nacimiento del pánico
La niñez me creció de la piel
y cumplí la edad
en que se desangran los pájaros
al desplomarse del nido.
Mamá ya no me lleva del brazo,
papá murió
y no sabe espantar mis monstruos
desde su tumba.
Toca quedarme en casa,
no admitir que una sombra
me devoró de noche y quedé incompleta.
A veces muero de madrugada y nace el pánico,
toca desaguar el llanto desde mi jaula
limpiar mi cráneo de toda culpa
que cacaraquea en mis sienes,
llenarlo de clonazepam y plantar jazmines en cenizas.
Así perfumo el tumor que le crece a mi boca
para enfermar palabras.
Mi voz es trino extraviado
en el disparo de un cazador,
grito en ciudad sin humanos y llena de gente;
llena de roces y ojos
que intentan descifrarme.
Quiero abandonar mi piel junto a la carretera,
mi mano queda alzada, nadie la toma para cruzarme
al otro lado del infierno.
Toca cuidarme sola, a mi pez,
al gato; cuidarme de las esquinas filosas
de un corazón parchado que prefiere ser piedra.
Porque la niñez me creció del cuerpo
y dejó de herencia el miedo.
Me pierdo entre parvadas de pájaros
para no perder la ternura
entre las piedras.
La niñez me creció de la piel
y cumplí la edad
en que se desangran los pájaros
al desplomarse del nido.
Mamá ya no me lleva del brazo,
papá murió
y no sabe espantar mis monstruos
desde su tumba.
Toca quedarme en casa,
no admitir que una sombra
me devoró de noche y quedé incompleta.
A veces muero de madrugada y nace el pánico,
toca desaguar el llanto desde mi jaula
limpiar mi cráneo de toda culpa
que cacaraquea en mis sienes,
llenarlo de clonazepam y plantar jazmines en cenizas.
Así perfumo el tumor que le crece a mi boca
para enfermar palabras.
Mi voz es trino extraviado
en el disparo de un cazador,
grito en ciudad sin humanos y llena de gente;
llena de roces y ojos
que intentan descifrarme.
Quiero abandonar mi piel junto a la carretera,
mi mano queda alzada, nadie la toma para cruzarme
al otro lado del infierno.
Toca cuidarme sola, a mi pez,
al gato; cuidarme de las esquinas filosas
de un corazón parchado que prefiere ser piedra.
Porque la niñez me creció del cuerpo
y dejó de herencia el miedo.
Me pierdo entre parvadas de pájaros
para no perder la ternura
entre las piedras.
Nascimento do pânico
A infância cresceu-me pela pele
e completei a idade
em que sangram os pássaros
no desabar do ninho.
A minha mãe já não me leva pela mão,
o meu pai morreu
e não sabe espantar os meus monstros
a partir do seu túmulo.
Resta-me ficar em casa,
não admitir que uma sombra
me devorou de noite e fiquei incompleta.
Às vezes morro de madrugada e nasce o pânico,
fico a desaguar o pranto a partir da minha jaula
a limpar o meu crânio de toda a culpa
que cacareja nas minhas têmporas,
a enchê-lo de clonazepam e plantar jasmins em cinzas.
Assim perfumo o tumor que cresce na minha boca
para adoecer as palavras.
A minha voz é trino extraviado
no tiro de um caçador,
grito na cidade sem humanos e cheia de gente;
cheia de fricções e olhos
que me tentam decifrar.
Quero abandonar a minha pele ao pé da estrada,
a minha mão está levantada, ninguém lhe pega para me atravessar
para o outro lado do inferno.
Tenho de tratar de mim sozinha, do meu peixe,
do gato; tratar-me das esquinas afiadas
de um coração remendado que prefere ser pedra.
Porque a infância me cresceu do corpo
e deixou como herança o medo.
Perco-me entre bandos de pássaros
para não perder a ternura
entre as pedras.
