LOS AEROPUERTOS SUELEN DARSE AIRES DE SECUENCIA
(de ahí que sepan atemorizar)
hay que llegar con mucha antelación
para ajustar la opacidad y el brillo
de los errores posibles
pero esta vez no me he despedido con música
imaginaria
ha sido un adiós completamente real
(y por lo tanto inflado
de poesía cruda)
nunca se sabe qué se retendrá
de las luces de la tarde junto al palacio
en los dientes mellados que llaman bancos de
aeropuerto
(y son tan banco que acaparan
el campo semántico de los parques)
aunque nadie desee posarse sobre el lomo
de un almendro metálico
toblerones de lodo para la ausencia
(y una crema que doble las manos
hacia el pliegue de estar sola
y abrazar tilos)
OS AEROPORTOS COSTUMAM DAR-SE ARES DE SEQUÊNCIA
(por isso sabem atemorizar)
há que chegar com muita antecedência
para ajustar opacidade e brilho
dos erros possíveis
mas desta vez não me despedi com música
imaginária
foi um adeus completamente real
(e, portanto, inchado
de poesia crua)
nunca se sabe o que será retido
das luzes da tarde junto ao palácio
nos dentes lascados a que chamam bancos de
aeroporto
(e são tão banco que monopolizam
o campo semântico dos parques)
mesmo que ninguém se queira encostar no lombo
de uma amêndoa metálica
toblerones de lodo para a ausência
(e um creme que dobre as mãos
até à ruga de estar)
(de ahí que sepan atemorizar)
hay que llegar con mucha antelación
para ajustar la opacidad y el brillo
de los errores posibles
pero esta vez no me he despedido con música
imaginaria
ha sido un adiós completamente real
(y por lo tanto inflado
de poesía cruda)
nunca se sabe qué se retendrá
de las luces de la tarde junto al palacio
en los dientes mellados que llaman bancos de
aeropuerto
(y son tan banco que acaparan
el campo semántico de los parques)
aunque nadie desee posarse sobre el lomo
de un almendro metálico
toblerones de lodo para la ausencia
(y una crema que doble las manos
hacia el pliegue de estar sola
y abrazar tilos)
OS AEROPORTOS COSTUMAM DAR-SE ARES DE SEQUÊNCIA
(por isso sabem atemorizar)
há que chegar com muita antecedência
para ajustar opacidade e brilho
dos erros possíveis
mas desta vez não me despedi com música
imaginária
foi um adeus completamente real
(e, portanto, inchado
de poesia crua)
nunca se sabe o que será retido
das luzes da tarde junto ao palácio
nos dentes lascados a que chamam bancos de
aeroporto
(e são tão banco que monopolizam
o campo semântico dos parques)
mesmo que ninguém se queira encostar no lombo
de uma amêndoa metálica
toblerones de lodo para a ausência
(e um creme que dobre as mãos
até à ruga de estar)